Relato de parto respetado

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Interrupción del embarazo (semana 13+6)

Zaira Méndez es una mamá fuerte y valiente, que ha querido compartir su relato con nosotras para que podamos vivenciar a través de sus palabras lo que es una interrupción de embarazo por motivos médicos en un parto respetado.

También la podéis seguir en su página de Facebook Cartas al aire – duelo gestacional.

Su relato no os dejará indiferentes y además nos muestra como el duelo que acontece tras este duro suceso, se inicia de una forma saludable cuando el amor es la primera emoción que acontece.  

El acompañamiento que recibe de los profesionales que la atienden es de una calidez y respeto admirables, este factor, aunque puede parecer que no sea relevante, es crucial para la elaboración de un duelo saludable. 

Cuando las mujeres que tenemos que pasar por esta dura experiencia notamos que los profesionales que nos atienden sienten y empatizan con nuestro dolor, la calidad del acompañamiento que nos dan se incrementa por mil.

Además, reconocer al bebé como nuestro hijo y como una persona que merece todo el respeto, nos ayuda a todos a entender que decidir sobre su vida, es la peor decisión que tendremos que tomar, pero precisamente por ello, anteponemos nuestro dolor a que nuestro hijo sufra toda su vida.

Es importante que entendamos que realizar una interrupción de embarazo por motivos médicos puede generar síndrome de estrés postraumático si no se acompaña con la calidez y sensibilidad que merece esta dura decisión.

Son bebés muy deseados y muy buscados, por lo que este escenario es el último que los padres y madres imaginan vivir, por ello es imprescindible tener en cuenta que:

  • No hay prisa en tomar la decisión, aunque el diagnóstico se produzca en la semana 12, realizar un legrado no será menos doloroso psicológicamente, más bien se producirá el efecto contrario por no tener la oportunidad de despedirse con el amor que merece este bebé.
  • Tiempo es lo que necesitan los padres tanto para tomar la decisión, como para despedirse de su bebé.
  • Decirles que no es un bebé, sino un conjunto de células cuando ellos no lo sienten así, no ayuda a la elaboración del duelo saludable.
  • En estos procesos el AMOR debe poder vivenciarse durante el parto, esto ayudará a los padres a asumir la dura decisión que tendrán que sostener el resto de su vida.
  • Por ello, antes de realizar una interrupción de embarazo, es indispensable, confirmar el diagnóstico las veces que sean necesarias, hasta que los padres y los profesionales no lo vean claro, no se debe proceder a ella. Vuelvo a repetir que NO HAY PRISA.

Ahora os dejo con:

El relato de un parto respetado por Zaira Méndez

Tras pasar toda la mañana juntos, Lobo (mi marido) se fue con mi hija mayor y volvió a las 18.00.

A las 17.00, vino una matrona, algo seca y poco simpática, me puso la primera dosis de óvulos (prostaglandinas). Sentí calor, fuego, al poco dejé de sentirme así.

Cené.

Tuve vómitos durante todo el tiempo, igual que durante todo el embarazo.

Comencé con dolores y temblores por la fiebre, sobre las 20.30 me duché durante unos 25 minutos mientras cantaba y bailaba para ti. Te decía que te quería y que ya ibas a descansar. Inventé una melodía con tu nombre.

A las 21:00 vino la matrona más simpática y amorosa del mundo. Aún me estaba bañando. Esperó pacientemente, nos quedamos solas y me puso la segunda dosis de prostaglandinas.

Le dije que no tenía dinero para la funeraria, que por favor intentase darme el máximo de cordón posible. Me dijo que sería difícil, te llamó por tu nombre, me dijo que intentaría hacer tu huellita, por pequeña que fuera. Que yo no me iría sin un recuerdo de mi bebé koala 2 (como yo te llamo con cariño).

Le dije que me había hecho feliz su empatía y lloró conmigo, me dio las gracias por valorarla y decírselo.

La abuela y Lobo (mi marido) entraron.

Lobo estuvo hasta las 22.20 y se fue con bebé Koala (mi hija mayor), que estaba con el abuelo. 

Lobo es el hombre más fuerte y maravilloso que he conocido, sin embargo, él no se sentía capaz de verte, así que prefirió estar con bebé Koala.

Hablé de nuevo con la matrona, me planteó parar el proceso para descansar y le dije que no, yo quería seguir adelante.

Dosis de la 01.00, molestia constante, como un cólico de regla fuerte.

La abuela fue a por café y un chocolate caliente para mí.

¡Clack! algo dentro de mí se ha despegado, ¿será la placenta?

Noto descender un globo de agua por mi vientre, de nuevo «clack» y un latigazo en la cicatriz de la cesárea de mi hija mayor.

Grito. Estoy sola, llego a tirar de la cuerda de aviso y le pido al enfermero que llame a la matrona.

Levanto la sábana. Saltan mis lágrimas. No era sólo líquido amniótico, también hay pequeños trocitos de sangre. 

Soy consciente de que no tienes cráneo en la parte superior de la cabeza. 

Estoy nerviosa, sigo temblando, cada vez de forma más violenta, llevo más de una hora con 38,2°C y tengo mucho frío. Mi temperatura habitual es de 36°C.

Llega una matrona diferente, la reconozco. Me confirma que hace casi 5 años trabajaba en este hospital. Fue la matrona que me atendió antes de la cesárea de urgencias de bebé Koala (mi hija mayor). Fue maravillosa, el parto de bebé Koala duró 57 horas de las cuales 42 fueron con dolor.

A la habitación llegan, también, la segunda matrona (la de las huellitas), dos enfermeras, una cirujana y dos auxiliares que intentan ponerme una bacinilla (orinal). Una de las matronas les dice que no, que tú nacerías sobre el algodón de los empapadores.

Veo a mi madre en la puerta, le grito que entre, que se va a perder el nacimiento.

Respiro.

Me miran, me siento un poco agobiada con tanta gente y les digo que voy a tardar. Me tratan con mucho amor y me acarician las piernas.

Me conceden todo el tiempo del mundo, me tranquilizan y me dicen que no me preocupe por mis quejidos (yo no quería molestar a las mamás de la planta, ni despertar a sus bebés).

Me acarician y dan ánimos, me tapan las piernas con dos mantas. Me sentí muy querida.

Entran dos cirujanos más, chica y chico, y comunican que el quirófano está preparado. 

Le digo a él, que necesito que no esté en los pies de la cama, que puede mirar, pero que me resulta incómodo verle de frente. Él sonríe y se aparta contra una de las paredes de la habitación. Le seguí hablando y no se lo tomó a mal, en el anterior embarazo tuve también un matrón, pero ahora no puedo. Me alegra no haberle ofendido.

Contracciones fuertes… pujo…

Te siento, siento como desciendes y te quedas pegadita a mí.

Tan despacito y tan suave…

Lo digo, me destapan las piernas, ahí estabas, mi bebé Koala2, mi pequeñita.

Le pido permiso a la matrona para tocar su antebrazo mientras corta el cordón. Necesito contacto. Mi madre está a los pies de la cama y te ve en todo momento.

Las dos matronas, te ponen con todo el amor del mundo en una sábana y te colocan sobre mis brazos.

Tan perfecta, tan preciosa, tan bien hecha.

Tu carita preciosa con naricilla aplastada. Las manitas y los pies tan pequeñitos y con la forma de las uñas, me quedo alucinada ¡qué perfecta eres!

Pido permiso para tocarte, para poner mi dedo dentro de tu manita. 

Te toco, te toco las manos, los pies, te acaricio la espalda y el muslo.

Estás en posición fetal y eso me hace sonreír. En las últimas ecografías tenías espasmos y las piernas normalmente estiradas y algo curvas.

Contracción, dolor, pujo con toda mi alma y sale la placenta con un grito. La placenta es enorme en comparación contigo, y está entera, parece que no me harán legrado.

La abuela llora escondida tras las 8 personas que me rodean y cuidan.

No puedo dejar de mirarte, eres tan perfecta.

 Te quiero, descansa, eres maravillosa y perfecta, descansa, te amo

Lágrimas mientras sonrío. Soy muy feliz, mi bebé Koala2 está conmigo y no va a sufrir más. No tendrás más espasmos, no vas a tener que luchar por sobrevivir tan sólo un par de horas o días si hubieses llegado a término. Creo que no sería justo que sufrieras incluso dentro de mí, para luego morir. No puedo ser tan egoísta.

Descansa pequeña.

Me dejaron todo el tiempo que necesité a solas contigo.

Trajeron un ecógrafo y comprobaron que no era necesario hacer un legrado.

Me felicitaron, me acariciaron y nos dieron mucho amor cada segundo.

Todo el amor del mundo para mi pequeñita y para mí.

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 Te quiero, descansa, eres maravillosa y perfecta, descansa, te amo

Y luego quedé vacía y sin bebé en los brazos. 

Sólo un pequeño cordón en la mesilla y tu huellita en un papel.

A mi útero y al universo, les pareció divertido que de pronto, sintiera tanto dolor que quisiera morirme. Contracciones que me partían en dos mientras mi vientre ya estaba vacío y la habitación a oscuras.

Sólo mi madre para escuchar mis gritos, mis lágrimas y por si no fuera poco, mis vómitos.

Dos auxiliares cambiaron la cama mientras yo me aferraba a sus piernas retorciéndome de dolor. Ellas me daban masajes y me decían que estaban ahí para mí.

Y otra vez a oscuras con mi dolor.

Así tres horas, a pesar de un pinchazo de algo y dos sueros (para los vómitos y el dolor).

Pasé todas esas horas sin parar de repetir:

Qué bien, qué bien nos han tratado, la recibimos con mucho amor, qué bien, ya descansa, qué bien hechita, qué manitas, ya descansa, qué bien y cuánto amor, que bien todo

No podía parar de hablar y no pude dormir, las hormonas estaban a flor de piel.

Amaneció.

Me bañé y el olor a sangre y muerte me causaba repulsión.

Aún siento que huelo así.

¿Por qué? ¿por qué a mi pequeña? ¿por qué pasa esto?

Me miraron, me hicieron otra ecografía. Confirmaron de nuevo que no necesitaba legrado.

Me hablaron de la cuarentena, de que quizás tuviese leche y, efectivamente, la tuve durante casi cuatro semanas. No quise tomar las pastillas que la cortan, quería que mi cuerpo pasara también el duelo.

Me dieron el alta esa misma mañana.

Y salí con los brazos vacíos, el vientre vacío y sin saber cómo/dónde/con quién estarás y qué te estarán haciendo.

Nos queda menos de un centímetro de cordón que al secarse se ha convertido en dos gotas de sangre en el fondo de un vaso para la orina.

Llegaste a nuestras vidas cuando nos dijeron que tardaríamos en tener hijos, por mi trompa obstruida y mis ciclos eternos.

Llegaste para demostrar que incluso en los peores momentos somos capaces de amarnos con locura.

Llegaste y me demostraste que, por muy mal embarazo, pérdida de peso, dolor de riñones y tensiones bajísimas, yo puedo aguantar.

La acrania execenfalia, es una condición sin esperanza de vida más allá del parto o unas semanas. 

No había forma de preverlo, de evitarlo, ni de ayudarte.

Te hemos amado cada segundo y lo hemos hecho lo mejor que hemos podido.

Lobo, tras unos días, te ha conocido, se ha armado de valor y ha visto mis fotos contigo. 

Hemos podido llorar y sonreír, porque juro, que eres una pequeñita preciosa y perfecta.

Tu nombre es Tara, que en Canarias era como llamaban los guanches (antiguos habitantes de Tenerife) a la diosa de la fertilidad y Lobo te llama Tahra, que en árabe es pureza espiritual, algo que nunca ha sido tocado (La traducción es aproximada ya que en español no sé bien como describirlo). 

Ha sido un parto precioso, he sentido absolutamente todo y te he podido abrazar, sostener y amar.

Te echo de menos, lloré mucho las dos primeras noches, pero no con llanto, sólo lágrimas que recorren mi cuerpo. 

Te quiero volver a tener en mis brazos y que se pare el mundo, a veces, más de las que me gustaría reconocer, quiero volver a ese instante.

Soy muy feliz, te pienso y no paro de sonreír, recibiste tantísimo amor.

Mi pequeñita perfecta ya estás descansando, ya has dejado de sufrir, y nosotros, podemos estar en paz y respirar.

Y Bebé Koala ha llorado, está pasando su duelo. Ella piensa que los bebés que fallecen, no nacen, sólo desaparecen y nos escuchan, lo ha deducido sola, así que no voy a llevarle la contraria. A ratos está enfadada con el mundo cuando recuerda que no pudo verte la cara y a su vez quiere plantar flores y dibujar mariposas para no olvidarte.

Bebé Koala gestiona las emociones de una manera admirable.

También nos ha propuesto adoptar un niño y una niña, si el médico no nos da permiso para tener más hijos.

Tengo dos hijas maravillosas.

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