La aventura de la maternidad

Interrupción del embarazo, duelo gestacional

Cuando hablamos de maternidad, instintivamente pensamos en crianza, en un bebé que crece y pasa por las diferentes etapas que todas las guías nos relatan. El error de esta asociación de palabras es no tener en cuenta que la maternidad empieza en el momento en el que nos planteamos ser padres y nos ponemos a buscar ese embarazo tan ansiado.

Es en ese momento cuando se inicia una increíble aventura, la del embarazo, que puede culminar con un bebé vivo, o no. Durante el embarazo pueden pasar innumerables circunstancias, que afortunadamente la gran mayoría de veces quedaran en un susto y en una anécdota para explicar, pero muchas otras, esto no será así y es importante naturalizarlo para dar el soporte que los padres necesiten cuando suceda.

Para ello, Irene una increíble mujer, ha querido compartir su historia con nosotros para dar visibilidad a la otra cara de la maternidad.

Relatos como este nos muestran todo tipo de maternidades y nos ayudan a entender mejor una etapa tan delicada como es el embarazo.

La historia de mi maternidad y de mi precioso Neyzan

Mi nombre es Irene y tengo 30 años. Mi aventura con la maternidad empezó hace 4 años. Empezamos a buscar sin miedo a que nada malo pudiera pasar, enseguida nos dimos cuenta de que no era así. Tres pruebas de embarazo positivas sin latido, tres ilusiones rotas.

Cuando menos lo esperaba y más rechazaba el quedar embarazada, sucedió, volvía a estar embarazada, los nervios se apoderaron de mí, esperé a las diez semanas porque estaba muerta de miedo, fuimos al ginecólogo y por fin mi bebé tenía latido. Fueron nueve meses de constante nerviosismo, de incertidumbre de que pudiera pasar algo, pero todo fue bien y mi bebé nació sano y salvo.

Después de un año de disfrutar con mi bebé quisimos intentarlo de nuevo, pero volvimos a encontrarnos con embarazos que no avanzaban. No entendía nada, pero después de un intento más volvía a estar embarazada y mi bebé tenía latido, pasamos los tres meses de riesgo, estaba salvada, mi bebé iba a nacer, eso es en lo único que yo pensaba.

Compré una primera puesta, explicamos a todo el mundo nuestra alegría, nos regalaron cositas para él. Ya estaba hecho, os juro que jamás pensé que nada malo pudiera pasar. Me hice el análisis que te dice el sexo y era otro niño. Neyzan sería su nombre, significa “regalo de Dios”, creía que no había nombre que definiera mejor lo que significaba para mí.

En la ecografía de las 14 semanas estábamos viéndolo y ya imaginando como sería, cuando la cara del doctor cambió al instante, algo malo pasaba, ¿pero el qué? Acabábamos de escuchar su corazón y latía con fuerza. El médico detuvo la imagen en la cabeza del bebé y dijo: pliegue nucal 5 milímetros. ¿Qué era eso? ¿De qué estaba hablando?

Rápidamente me dijo que algo no iba bien, que el bebé no tenía hueso nasal y que su pliegue nucal era muy grande, por lo que debían hacerme una biopsia corial. No quiso decirme más y me mandó hacerme la prueba a otro hospital, fueron tres días de muchos nervios hasta que llegó el día.

Yo tenía la esperanza de que fuera un error de la ecografía.

Me sentaron y empezaron a hacérmela, la doctora que me la hacía me miró con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: lo siento muchísimo tu hijo viene enfermito, pero tenemos que esperar los resultados de las pruebas.

Al día siguiente llegaron, mi Neyzan tenía Sindrome de Edwars, no había escuchado esa palabra nunca. Así que fui a informarme de que comportaría tener un hijo con trisomia 18.

En ningún momento me planteé no tenerlo.

Cuando entré en la sala había tres doctoras, una mujer empezó a decirme qué día podían ingresarme para parirlo. ¿Cómo? ¿Parirlo? Y fue ahí donde escuché las palabras más duras que he escuchado en mi vida.

La enfermedad que tiene tu hijo es incompatible con la vida.

No me lo podía creer, no podía hacer nada, mi hijo sí o sí iba a morir.

Rompí a llorar y me dijeron que tenía que tomar la decisión de dejarlo ir, decían que era un acto de amor apagar su corazón y yo sentía que estaba matando a mi hijo. Fue muy muy duro tomar la decisión y me dejé llevar por lo que me aconsejaba mi familia.

A los dos días me ingresaron para parir, yo sabía que entraba embarazada pero que saldría sin bebé, estaba hundida y estar allí me mataba, solo escuchaba, a bebes llorando recién nacidos.

Fueron unas horas muy duras y por fin llegó el momento, él ya estaba aquí y quise verlo, quise despedirme de él. Cuando me lo pusieron encima de mí, no puedo explicar con palabras lo que sentí, era una mezcla de dolor y de paz a la vez. Lo besé, lo abracé, le canté, cogí un pañuelo mío y lo envolví para que se me quedará su olor para siempre.

Intento ser fuerte, intento estar lo mejor posible porque tengo un nene de dos años y medio que me necesita, pero estoy rota, rota de dolor. Tantas noches me despierto pensando que es una pesadilla, que no ha ocurrido de verdad.

¿Por qué yo? ¿Por qué él? ¿Por qué nos han tenido que separar?

Y la gente, la gente me pone enferma. Nadie habla del tema, como si nunca hubiera existido. Estoy pasándolo como puedo. Si una cosa he aprendido de todo esto es que ya no tengo miedo a morir, porque sé que él me espera allí arriba y podré darle todo lo que tengo para él.

Mi Neyzan, mi bebé del cielo, te amo y te voy amar siempre

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